Kirchnerismo o Neoliberalismo
El pensamiento kirchnerista al
desnudo. Las trampas del sentido común
Parecería que hoy el sentido
común del pueblo argentino y de gran parte de intelectuales, académicos y
científicos de Argentina está atrapado en una dicotomía: “salvar el presente” o
“retornar al neoliberalismo de 1990” ¿No es ésta una dicotomía demasiado
simplificadora para pensar la complejidad de nuestro presente? ¿No es una
pereza de pensamiento plantear la reflexión crítica sobre el presente y el
futuro en términos de un dualismo “kirchnerismo” o “neoliberalismo”? ¿No es un
empobrecimiento demasiado grande de nuestra razón afirmar que “si gana Macri
vuelve el neoliberalismo” y “si gana Scioli se salva la nación”?
Los términos en los que estamos
planteando los problemas no permiten diálogo posible. Nuestro modo de pensar a
través de dicotomías polares es lo que impide comprendernos y comprender lo que
está sucediendo.
La alternativa entre “kirchnerismo”
o “neoliberalismo” es una falsa dicotomía, es un problema mal planteado o,
mejor aún, un pseudo-problema[1].
La tesis que un gobierno de
Cambiemos es un retorno al neoliberalismo menemista de la década de 1990 es
falsa. ¿Por qué? Intentemos ofrecer una crítica constructiva.
A esta tesis subyace un modo muy
particular de pensar la historia ¿qué tipo de historia nos propone el
pensamiento kirchnerista?
- Supone pensar que el pasado, el presente y el futuro es una sucesión temporal lineal, unidireccional y acumulativa.
- Supone que hay un único futuro ideal o un punto de llegada deseable al que deberíamos arribar y que ese futuro es mejor que nuestro pasado y nuestro presente. Podríamos definirlo como “la emancipación del pueblo”.
- Supone que hay un pueblo (la masa oprimida, los sectores humildes, los pobres, y parte de la clase media), un líder (Cristina) y un movimiento (el Frente para la Victoria).
- Supone que el líder (“la Jefa”) conoce verdaderamente el mejor futuro para el pueblo.
- Supone que el líder y el movimiento es el único capaz de guiar al pueblo por el camino correcto hacia el futuro mejor. Sólo hay un camino posible, un único futuro ideal, y un único actor o sujeto político (Cristina y el Frente para la Victoria) que puede conducir al pueblo a librarse de la opresión y alcanzar el futuro ideal.
Evidentemente el pensamiento y el
discurso kirchnerista funciona con estas premisas tácitas que no son nunca explícitas
ni puestas en cuestión. Una vez que las asumimos en bloque y no las sometemos a
discusión podemos entender claramente la idea que gobierna nuestro sentido
común: “si el kirchnerismo no continúa en el gobierno retornaremos al pasado
abrumador del neoliberalismo menemista de 1990 y podría repetirse la
experiencia traumática de 2001”.
Hay un sólo hay un futuro y un
único camino correcto: el que nos enseña el kirchnerismo; también hay una sola
verdad: la que enuncia el kirchnerismo. Cualquier atrevimiento a una reflexión
crítica suscita la sospecha y el descrédito. El kirchnerismo nos propone
abrazar ciegamente todos sus logros (asignación universal por hijo, matrimonio
igualitario, derechos humanos, política de ciencia y tecnología, etc.) y
olvidar todas sus miserias (minería a cielo abierto, intervención del INDEC,
corrupción, narcotráfico, delincuencia, violencia, etc.). Estos constituyen tareas
pendientes que en definitiva no son tan graves y que si continuamos por el
mismo camino van a ser solucionadas en el futuro. Pero, como decía Francis
Bacon “sería insensato pensar que lo que nunca se ha hecho hasta ahora pueda
hacerse si no es por métodos nunca probados hasta ahora”. El kirchnerismo es un
método de pensamiento ya probado y gastado que no resulta adecuado para los
tiempos que corren y para el futuro de la patria.
Cualquier intento de pensamiento
autónomo y crítico es arrojado al tacho de basura de la historia. Quien crítica
al kirchnerismo es hoy neoliberal, enemigo del pueblo, traidor a la patria,
cipayo, buitre. No hay alternativa posible. La crítica al kirchnerismo no es
para el propio kirchnerismo ni posible, ni deseable ni necesaria. La crítica al
kirchnerismo (hoy más necesaria que nunca) es una verdad que no puede circular
por la hegemonía del propio discurso kirchnerista.
La idea instalada y aceptada sin
mayor cuestionamiento: que el futuro es volver al pasado, que Macri es Menem y que
Cambiemos nos conducirá a un nuevo 2001, necesita ser cuestionada. Aceptarla
sin chistar supone una concepción maniquea y mezquina. Supone aceptar que la
historia es un eterno retorno, el pasado es igual al futuro, salvo que el
kirchnerismo continúe gobernando.
Cualquier mente lúcida debería
reconocer que 2015 no es 1990 y que ningún gobierno aunque quisiera podría
implementar un programa de gobierno neoliberal similar al de Menem. No hay
condiciones ni políticas, ni institucionales y ni culturales para un “retorno”
al neoliberalismo. El pueblo argentino ha aprendido a cuidar sus victorias y no
desea el neoliberalismo (este es un aporte positivo del kirchnerismo a la
historia argentina). Por otro lado, el próximo gobierno no tendrá una mayoría
automática en el Congreso por lo que no podrá implementar políticas a su antojo
sin un consenso construido en base al diálogo y la tolerancia. Por muchas
razones el futuro no puede ser igual al pasado. Por muchas más el futuro es
porvenir, es esperanza, es construcción de nuevas alternativas posibles. Por
eso el futuro es incierto y genera angustia. Por eso es importante pensar la
complejidad de la realidad y no simplificar de modo mutilante nuestro pasado,
presente y futuro.
El pensamiento kirchnerista está
hoy desconsolado: no puede entender cómo el pueblo se puede equivocar, no puede
creer cómo el pueblo se aparta de la verdad, no puede entender cómo el pueblo ha
sido ingrato con Cristina, como el pueblo ha traicionado a quien debía
emanciparlo. El kirchnerismo no puede pensar su propia tragedia porque es un
pensamiento incapaz de pensarse a sí mismo. Al kirchnerismo le falta humildad y
auto-crítica. Si logra una reflexión crítica sobre sí mismo quizás pueda
regenerarse, pero para hacerlo deberá dejar de ser lo que es: el dueño de la
verdad.
Quienes deseamos un Cambio hoy no
queremos ni creemos que el “neoliberalismo” vaya a retornar lisa y llanamente
de la mano de Cambiemos. Los que queremos un cambio, lo que deseamos
fervientemente es un cambio en el modo kirchnerista de pensar la realidad, la
política, la vida: a través de dicotomías, desuniones y simplificaciones.
Parecería que por miedo o pereza
intelectual poca gente se ha atrevido a realizar una crítica abierta, honesta,
responsable y humilde del kirchnerismo. Una crítica constructiva del
kirchnerismo es hoy más necesaria que nunca si queremos pensar la complejidad
de nuestro futuro y volver a darle sentido al porvenir. Pero parecería que el
modo kirchnerista de pensar es lo que impide pensar su propia complejidad como
movimiento político.
Es absolutamente respetable que
intelectuales, académicos y científicos simpaticen con el kirchnerismo o
militen en él. Lo que no es aceptable es que no ejerzan la crítica que
pregonan. Cuesta entender cómo quien hace del trabajo de pensamiento su
ocupación principal pueda sostener abiertamente “si gana Macri es un retorno
liso y llano al neoliberalismo menemista”, que si gana Cambiemos “los
científicos volvemos a lavar los platos”.
El trabajo del intelectual
consiste en ayudar a la sociedad a pensarse a sí misma y a cuestionar su modo
de pensar. Cuando no lo hace, el intelectual se convierte en cómplice de las
tragedias del pensamiento de sentido común. Ayudar al sentido común a
auto-criticarse, auto-pensarse, auto-reflexionarse es la tarea primordial de un
intelectual en una sociedad democrática que aspira a la libertad, la igualdad y
la fraternidad.
Hay riesgos, es cierto. Macri no
viene a emancipar al pueblo. Pero, es necesario decirlo, no vendrá nadie a
emanciparlo. Una ciudadanía capaz de practicar “un pensamiento complejo”, librado
de las dicotomías simplificadoras que el kirchnerismo nos ofrece como grilla de
inteligibilidad de la realidad, sería un paso importante. Hay riesgos y
peligros en el proceso de construir una república de iguales donde podamos
vivir en libertad y de modo fraterno. Pero allí donde crece el peligro, crece
también lo que lo salva, dice el poeta Holderlin. Los intelectuales podemos
ayudar a salvar a Argentina del peligro de un pensamiento simplificador y unidimensional
que separa y divide para dar sentido a la realidad. La apuesta ahora es “religar”,
articular lo que ha sido desunido para pensar la complejidad de nuestro
presente y construir el futuro que deseamos.
Dr. Leonardo G. Rodríguez Zoya
Politólogo –
Universidad de Buenos Aires
Investigador
del CONICET
@leonardorzoya
29/10/2015
PS: Te invito a compartir el
documento con amigos, familiares y colegas como una contribución a la reflexión
colectiva para regenerar la fraternidad ciudadana, la reflexión crítica y
pensar la complejidad de nuestro futuro. Construir juntos una ética de la
fraternidad y estimular un pensamiento complejo es condición de posibilidad
para construir un proyecto de futuro para la Argentina.
Podes encontrar más apuntes para
pensar el presente y construir el futuro sin olvidar el pasado aquí: http://argentina2100.blogspot.com.ar/
[1]
El término ‘pseudo-problemas’ es un término empleado por los positivistas
lógicos que tanto rechazo generan entre los intelectuales pequeño-burgueses de
las ciencias sociales contemporáneas, lo digo con afecto e ironía.
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