viernes, 6 de noviembre de 2015

La ciencia, la política y los proyectos de país

La ciencia, la política y los proyectos de país

Sugiero una distinción profundamente olvidada. Una cosa es tener una concepción política del rol de la ciencia y de la universidad en la sociedad y otra muy distinta es la partidización política de la ciencia y la universidad.

Cuando la ciencia se partidiza ya no merecer ser llamada ciencia.
Cuando el científico se partidiza ya no merecer ser llamado científico.
Cuando la universidad se partidiza ya no merecer ser llamada universidad.

La ciencia partidizada es cientificismo.
La ciencia que se cree neutral también es cientificismo.

La ciencia es un paciente ejercicio del pensamiento racional, esto es de la crítica y la auto-crítica y esto es justamente a lo que hemos renunciado hace mucho tiempo.

Haríamos muy bien en escuchar las enseñanzas de los científicos de la edad de oro de la ciencia argentina.

Aquí les dejo un video de Rolando García, para quien quiera pensar más allá de los dogmas y de las dicotomías, dura 3 minutos, vale la pena verlo.


jueves, 5 de noviembre de 2015

Un sueño con Perón y Galileo

Un sueño con Perón y Galileo


Ayer soñé con el General, con Juan Domingo. Todo un síntoma para alguien no peronista como yo. De todos modos, no iba a desaprovechar esa oportunidad, así que me apresuré a preguntarle:

General, le dije:
- ¿el kirchnerismo es peronista?
- ¿Cambiemos es de derecha?
- ¿el kirchnerismo es de izquierda?
- ¿Cambiemos es peronista?

Con su típico tono de voz, el General me respondió:

"La situación del país es de tal gravedad que nadie puede pensar en una reconstrucción en la que no deba participar y colaborar. Este problema, como ya lo he dicho muchas veces, o lo arreglamos entre todos los argentinos o no lo arregla nadie. Por eso deseo hacer un llamado a todos, al fin y al cabo hermanos, para que comencemos a ponernos de acuerdo....
Necesitamos la paz constructiva, sin la cual podemos sucumbir como Nación. Que cada argentino sepa defender esa paz salvadora por todos los medios, y si alguno pretendiera alterarla con cualquier pretexto, que se le opongan millones de pechos y se alcen millones de brazos para sustentarlas por los medios que sean precisos. Sólo así podremos cumplir nuestro destino.
Hay que volver al orden legal y constitucional como única garantía de libertad y justicia. En la función pública no ha de haber cotos cerrados de ninguna clase y el que acepte la responsabilidad, ha de exigir la autoridad que necesita para defenderla dignamente. Cuando el deber está de por medio, los hombres no cuentan, sino en la medida que sirven mejor a ese deber. La responsabilidad no puede ser patrimonio de los amanuenses."

Quedé enmudecido y sólo atiné a decir: estoy sorprendido.

El General replicó: ¿Tenés celular?

¿Perdón?, le dije.

Tu celular, pibe, pasame tu número que te quiero mandar un whatsapp, dijo el General.

Al rato recibí un whatsapp de Perón con un link a la página de Cambiemos donde dice:

“A la Argentina que viene la vamos a hacer entre todos. Y la vamos a hacer mejor y más grande porque vamos a estar unidos. Respetando nuestras diferencias y discutiendo a veces sobre cuál es el mejor camino, pero sabiendo que compartimos un rumbo y un destino”.

Estoy desconcertado. Me siento como Galileo mirando por el telescopio peronista. Algunos querrán rotular el mundo para vivir en la tranquilidad del cosmos kirchnerista. Yo me declaro culpable, y como Galileo en voz baja digo para que se escuche bien fuerte: «Y sin embargo se mueve».


Creo que me estoy haciendo peronista en un momento donde todos están dejando de serlo.


miércoles, 4 de noviembre de 2015

Le hice seña a un colectivo y no paró:

Le hice seña a un colectivo y no paró
Reflexiones políticas sobre el sentido común argentino


Leonardo G. Rodríguez Zoya



Pensar es, a veces, o siempre, pensar contra el sentido común. Pero ¿Qué es el sentido común? Las verdades que no cuestionamos y que forman parte de la realidad ¿Cuáles son esas verdades? Nombremos alguna de las menos polémicas: cuando hacemos seña a un colectivo sabemos (o esperamos) que el colectivo va a parar. Si no lo hace, lo puteamos. No se comportó como debía. El tipo sabía lo que significa la seña y no frenó. Nadie duda de esas verdades. O, mejor dicho, se duda cada tanto. Son verdades que cambian muy lentamente que casi no nos damos cuenta. Si dudásemos todo el tiempo de ellas, nuestra realidad colapsaría. La posibilidad de convivir en un mismo mundo depende de esas verdades compartidas.

¿Qué sucedería con la vida social si el sentido común se organizara en torno a dos grupos de verdades aparentemente opuestas? Esto es justamente lo que sucedió en los últimos diez años en la Argentina a través de una transformación del sentido común: nuestra mente se llenó de nuevas verdades de modo demasiado abrupto, con una velocidad inusitada. Verdades muy bien labradas en nuestra mente con un trabajo de orfebrería magnífico. A tal punto que buena parte de la ciudadanía no duda de ellas y las tienen como evidencia primera del mundo maravilloso que estamos viviendo: la década ganada. Cualquier cuestionamiento de esas verdades pone en riesgo el mundo, la vida, el proyecto, el modelo, todos los logros obtenidos. Cuestionar esas verdades es criticar el orden en el que aprendimos a movernos. ¿Cuáles son esas verdades? Las verdades son lo que el proyecto nacional y popular dice que son verdades: que la pobreza bajó, que se reindustrializó el país, que no hay inflación, que estamos mucho mejor que en el 2001, la estatización de los ferrocarriles, de YPF, la reducción de la deuda del país, y todos los otros logros que se pueden agregar.

Las verdades del sentido común funcionan como una suerte de anteojos que nos permite organizar y percibir el mundo. A partir de esas verdades el mundo se experimenta como una realidad incuestionable. Para alguien cuya mente habita el mundo de verdades del proyecto nacional y popular hay una evidencia clara como el agua: la derecha se está reorganizando para conducirnos al neoliberalismo y destruir los logros alcanzados. Es una verdad posible para quien habita ese mundo y tenemos que comprenderlo, pero en ningún caso es La Verdad.


El sentido común es, entonces, un punto de vista que organiza y construye nuestra experiencia del mundo y hace parecer tan real a la realidad. Podemos resumir esta idea en la Figura 1.



Cuestionar las verdades del sentido común es muy difícil. Cuando dudamos de esas verdades lo que estamos haciendo es poniendo en cuestión el mundo tal cual es. Es un ejercicio muy sano. En definitiva de eso se trata pensar: de dudar de lo que creemos cierto. Quienes son críticos del gobierno desde hace varios años comenzaron a ver otras verdades, es decir tienen un sentido común diferente y perciben otro mundo: el avance del narcotráfico, la corrupción del gobierno, las mafias, el crimen organizado, la colonización del estado por un partido en el gobierno, el hambre, la desnutrición, el asesinato de un fiscal, la destrucción de las estadísticas, etc., sin contar los acontecimientos menos trascendentes: el cepo, la caída de reservas, la inflación. Esto último es un chiste al lado de las grandes verdades que ve gran parte de la ciudadanía.

Estos dos grupos de verdades constituyen dos puntos de vista. No son irreconciliables ni antagónicos como podría parecer, pero dejaron de dialogar hace mucho tiempo, por eso hoy se comunican poco y mal y no pueden comprenderse. Al grupo de verdades del proyecto nacional y popular podemos llamarlo “el punto de vista kirchnerista”, al otro “el punto de vista de lo que quieren un cambio”. El punto de vista kirchnerista funciona más o menos así: “en esta década se hicieron muchas cosas bien, otras faltan por hacer, pero en cualquier caso, hay que seguir por este camino. Las cosas que se hicieron mal o no se hicieron, no son tan graves. Hay que avanzar. Cualquier cuestionamiento al proyecto es abandonar el proyecto”. De este modo, quienes participan de un punto de vista kirchnerista pueden tolerar sin mayor escándalo todas las barbaridades que se cometen y, al mismo tiempo, tener plena certeza que cualquier cuestionamiento de esas verdades implica, necesariamente, una pérdida de los logros alcanzados y un avance de la derecha neoliberal.

El punto de vista del cambio funciona aproximadamente así: “sin duda que se hicieron algunas cosas bien, no todo está mal hecho y nadie está diciendo de tirar todo a la basura, pero lo que ha pasado en esta década es muy grave. Si seguimos por el mismo camino vamos a profundizar los errores. Hay que cambiar para mejorar”. Parecería que quienes quieren un cambio lo que desean es un cambio de punto de vista. Cambiar de punto de vista no significa estar en contra de lo que los otros reconocen como conquistas.

Evidentemente, cada punto de vista no es una cosa monolítica y sin fisuras, hay contradicciones y muchas diferencias, pero eso no impide pensar la unidad de un punto de vista en su diversidad de ideas y opiniones. Incluso hay muchos puntos en común entre ambos puntos de vista, hay verdades compartidas, digamos.

Estos dos puntos de vista pueden resumirse en la Figura 2.




El sentido común argentino está atrapado entre estos dos mundos verdaderos. Cada uno de nosotros, nuestra mente, nuestra forma de pensar y percibir la realidad, está atrapado en este mundo dividido de dos verdades o dos puntos de vista. Se trata, de alguna manera, de un “muro de Berlín cognitivo”, de una profunda incapacidad o dificultad para pensar, mirar y oír lo que el otro está pensando, mirando y oyendo. La dificultad estriba no tanto en saber si lo que dice el otro es verdadero o falso. El punto de vista kirchnerista dice “Macri es Menem”, busca y encuentra una foto con “Macri abrazado a Cavallo”. El punto de vista del cambio dice “Scioli es Menem”, busca y encuentra una foto de Scioli, Cristina y Néstor con Menem. Cada punto de vista, confirma su creencia, refuerza su prejuicio y como una ostra obtura cada vez más su propio modo de pensar y agudiza la incapacidad de pensar al otro. No es un problema de evidencia empírica. El problema más crucial reside en la dificultad de poner nuestro punto de vista frente a un espejo para mirar nuestra mirada, para pensar como pensamos, para darnos cuenta de nuestra propia ceguera.

La pregunta más fundamental que todos los argentinos tenemos que hacernos hoy no es ¿cuál de los dos puntos de vista es mejor o más verdadero, o más conveniente para mantener mi situación personal? La pregunta que no nos hacemos es ésta: ¿qué tiene que haber pasado en una sociedad para que existan dos puntos de vista incapaces de mirarse, de oírse y de pensarse?

¿Qué es lo que hace posible, en un momento de la historia argentina, aparecer dos puntos de vista diferentes y aparentemente antagónicos? ¿Qué tiene que haber sucedido en nuestra historia reciente para que estos dos puntos de vista se configuraran como tal y nos permitan experimentar la realidad tal como la estamos viviendo hoy?
Una respuesta posible a esta pregunta sugiere que la concepción de la política, del poder y de la Democracia en los últimos diez años incitó sutilmente la creación de estos puntos de vista.

El cambio no implica renunciar al contenido popular de la política que en estos últimos diez años ha salido a la luz. El principal desafío es cambiar el punto de vista desde el cual se piensa la política, el poder y la Democracia. Un cambio en el cual podamos discrepar y disentir sobre las contradicciones profundas de la sociedad y construir consensos parciales, sin que ello implique la existencia de dos puntos de vista imposibles de mirarse el uno al otro.

¿Cómo salir de la situación en la que estamos? Es difícil pero no imposible. Va a llevar tiempo, requiere de mucha humildad y de mucha paciencia. Cada uno de nosotros, trabajadores, sindicalistas, obreros, campesinos, maestros, docentes, empresarios, dirigentes, científicos, tendíamos que esforzarnos sinceramente por tratar de construir un «meta punto de vista», es decir, una mirada más amplia donde podamos incluir nuestra mirada y la mirada del otro. Esto es fácil de decir y muy difícil de hacer, porque implica comenzar a dudar de nuestras verdades más verdades y empezar a pensar de otro modo, en el cual el otro sea también un maestro que puede enseñarme algo, y no un alumno al cual le tengo que imponer la verdad de mi mirada. En la Figura 3 se ilustra esta idea. 



Una forma de estimular la construcción de meta puntos de vista colectivos es favorecer el encuentro y el diálogo entre quienes piensan diferente. Volver a hablar de política en la familia, en la mesa del domingo, con los amigos, en el trabajo, en la facultad. No se trata de hablar con los que piensan igual a mí para convencerme más firmemente de mis certezas. El desafío es comenzar a dialogar con quien piensa distinto para comenzar a dudar: no para decirle mi verdad sino para escuchar su verdad.

El mayor desafío político de la Argentina no se reduce a un ballotage, a la elección de un Presidente. Nuestro mayor desafío es construir entre todos un nuevo sentido común argentino capaz de pensar de otro modo, es decir, pensarnos a nosotros mismos y pensar el otro. Si logramos esto, habremos construido un sentido común auto-crítico a través del cual la Argentina pueda pensarse a sí misma y aprender de sus errores y miserias. Tenemos que recordar que la Argentina no va a cambiar, si no comenzamos a cambiar nosotros.

Si logramos cambiar y construir un meta punto de vista, el futuro será nuestro.

Un fraterno abrazo de amistad cívica,
Leonardo



Dr. Leonardo G. Rodríguez Zoya
Politólogo – Universidad de Buenos Aires
Investigador del CONICET
@leonardorzoya
04/11/2015


PS: Te invito a compartir el documento con amigos, familiares y colegas como una contribución a la reflexión colectiva para regenerar la fraternidad ciudadana, la reflexión crítica y pensar la complejidad de nuestro futuro. Construir juntos una ética de la fraternidad y estimular un pensamiento complejo es condición de posibilidad para construir un proyecto de futuro para la Argentina.

Podes encontrar más apuntes para pensar el presente y construir el futuro sin olvidar el pasado aquí: http://argentina2100.blogspot.com.ar/








martes, 3 de noviembre de 2015

Crónica política de la clase de un politólogo en la Facultad de Exactas

Crónica política de la clase de un politólogo en la Facultad de Exactas

Hoy di mi primera clase como profesor invitado en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Algo bastante extraño para un politólogo-sociólogo de formación, con intereses diversos.

El tema propuesto era el uso de modelos de simulación computacional para estudiar problemas complejos concretos del desarrollo social, político, económico, humano y ambiental.

La idea general que quería ilustrar era muy simple: investigar problemas complejos requiere de la cooperación y articulación entre disciplinas, es decir, de la investigación interdisciplinaria.

La idea del curso puede resumirse en una idea muy básica. Ni bien comenzó la clase aclaré mi propósito. Mi objetivo no era enseñarles nada, en el sentido usual del término, no quería trasmitirles el contenido de ningún conocimiento. Simplemente, lo que quería, era dejar planteado un conjunto de interrogantes que los investigadores tienen que hacerse a sí mismos cuando hacen ciencia. Una invitación simplemente a pensarnos a nosotros mismos, a pensar como pensamos. La caja de herramientas del investigador no está hecha sólo de “métodos” –en el sentido usual de la palabra-, es decir, de técnicas con las que producir y analizar datos. El principal capital de un investigador es su aptitud para formular preguntas y para cuestionarse a sí mismo. Cuando el científico deja de cuestionarse a sí mismo ya no merece el nombre de científico y pasa a ser un “cientificista”.

Resumiendo: lo más importante en la ciencia es igual a la vida cotidiana de todos los días: conjugar la observación con la auto-observación. Ser capaces de pensarnos a nosotros mismos para integrar el punto de vista del otro. Fácil de enunciar, difícil de hacer.

Como se darán cuenta, es análogo a lo que vengo diciendo respecto al modo de pensamiento argentino como incapacidad o dificultad para ejercer la auto-crítica e incluir el punto de vista de los demás. Esta forma degradada de pensamiento se ha profundizado en los últimos diez años hasta límites insospechados, tanto en la sociedad como en la academia. He ahí la tragedia.

La ciencia y la sociedad o, mejor dicho, los científicos y los ciudadanos adolecemos del mismo problema: una enorme pobreza para pensarnos a nosotros mismos y pensar al otro.

La interdisciplina es a la ciencia, lo que el diálogo es a la vida cotidiana: un esfuerzo de comprendernos. Eso es lo que tenemos que recuperar si queremos hacer una ciencia diferente y un país diferente.

Para mi sorpresa, la clase tuvo lugar en el Laboratorio “Alan Turing”, el inventor de la computación moderna y de la máquina Enigma para descifrar el código alemán durante la Segunda Guerra Mundial. La película es buena, se las recomiendo. La metáfora no podría ser más perfecta. De eso se trata, de construir entre todos una suerte de máquina enigma para tratar de entender lo que el otro tiene para decirnos.

Todo esto sucedió en el Pabellón I de la Facultad bautizado con el nombre de “Rolando García” hace unos años. Rolando fue un científico de la edad de oro de la ciencia argentina, entre otras cosas fue el Decano de la Facultad de Exactas y Naturales de la UBA entre 1958 y 1966 hasta la noche de los bastones largos. Como Decano, Rolando construyó Ciudad Universitaria, es decir, el mismo edificio donde yo pronunciaba mi clase inspirado en sus ideas y sus pensamientos, los de Piaget, los de Oscar Varsavsky y los de tantos otros.

Coincidencias que dejan ver el modo en que nuestro pensamiento constituye la realidad al tiempo que es constituido por esta. No hay una “realidad” por un lado y un “pensamiento” por el otro. Cambiar la realidad es, en parte, aprender a pensar de otro modo. Ese es el desafío que tenemos por delante.

Un abrazo,
Leonardo








lunes, 2 de noviembre de 2015

La Argentina no se mancha ¿Maradona o Messi?

La Argentina no se mancha ¿Maradona o Messi?
Apuntes para pensar nuestro pensamiento

El modo de pensar argentino tiene un rasgo dramático y trágico. Diego hizo la más espectacular gambeta contra los ingleses y entró en el panteón de la gloria, sólo reservada para los dioses del olimpo consagrados por el pueblo argentino. Messi todavía no ocupa ese lugar, no puede ocuparlo aún. Quizás si alguna de sus gambetas conducía a un gol maravilloso en la final contra Alemania o, incluso, contra Chile, se hubiese acercado al dios del fútbol. Es curioso, sobre todo porque Messi quiere decir “mesías” en francés. Pero el pueblo argentino ya tiene su religión y su dios: Diego Armando Maradona. Argentina no necesita un mesías. Messi es el profeta de una religión sin dios y con muy pocos creyentes, no forma parte de nuestra cultura, de nuestro modo de pensar. Nuestro pensamiento es maradoniano, no tanto por nuestra habilidad para pensar, para hacer gambetas del pensamiento, sino porque suscita amores y odios.

Sin embargo, el Diego tiene algo importante que enseñarnos. Quizás su mayor sabiduría pueda resumirse en una frase: “yo me equivoqué y pagué pero la pelota no se mancha”. Los argentinos tenemos algo que aprender de Maradona: aprender a reconocer nuestros errores con humildad para evitar que la pelota se manche, para evitar que el pensamiento del pueblo argentino se degrade en lugares demasiado cómodos, en trampas que pueden ser mortales para nuestro futuro.

La metáfora futbolera dice mucho sobre nuestro modo de pensar, también en la política. Para quienes se sienten peronistas, el General ocupa el lugar del Diego, es intocable, está en lo más alto de los dioses del olimpo de la política. Quienes no se identifican con el peronismo, le cuesta reconocer lo bueno que éste ha aportado a la Argentina y sólo pueden ver los goles que no metió. Para los no peronistas: el peronismo se comió muchos goles y llevó al país al descenso. Ni una cosa ni la otra. Los peronistas tienen que ser capaces de decirle a la sociedad qué es lo mejor y qué es lo peor del peronismo. Los no peronistas tienen que ser capaces de decir sin odio que es lo mejor y qué es lo peor del peronismo. Pero los no peronistas también tienen que decir cuáles son sus miserias, independientemente del peronismo. En la política, como en el fútbol y en la sociedad, falta mucha humildad y mucha auto-crítica. Tenemos que dejar de hablar de los goles que metió cada uno, y comenzar a hablar con mucha calma, con mucha humildad de las cosas que hicimos y dejamos de hacer para que se manche la pelota. Sólo reconociendo nuestros errores, comenzando a obrar bien, diciendo la verdad, siendo honestos, podemos desmanchar la pelota para jugar el partido de nuestra historia. Podremos hacer gambetas maravillosas en el futuro, pero para eso tenemos que tener el valor de decir “yo me equivoqué, pero la Argentina no se mancha”.

Así nuestra cultura y nuestro pensamiento, se parecerá mucho más a Messi, en su humildad y franqueza. Si logramos eso podremos ganar no sólo mundiales de fútbol, podremos verdaderamente, apropiarnos del futuro.

La metáfora futbolera nos ayuda a pensar con cierta distancia nuestro presente, a mirarnos para adentro para comenzar a pensar de otro modo.

La pregunta es ¿cómo teniendo al Diego y a Messi no podemos ser mejor de lo que somos?

Un fraterno abrazo,
Leonardo

Dr. Leonardo G. Rodríguez Zoya
Politólogo – Universidad de Buenos Aires
Investigador del CONICET
@leonardorzoya
02/11/2015





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domingo, 1 de noviembre de 2015

El kirchnerismo como expresión del neoliberalismo y de la dictadura

El kirchnerismo como expresión del neoliberalismo y de la dictadura


El kirchnerismo funciona con una tecnología del miedo muy similar a la de la dictadura militar. En la dictadura el miedo es explícito y visible: el miedo a la muerte como posibilidad real. En el kirchnerismo el miedo es invisible y subjetivo: el miedo a hablar cuando pensamos distintos. La tecnología de gobierno del miedo del kirchnerismo funciona de modo sutil e imperceptible. El kirchnerismo conduce a los sujetos a gobernarse a sí mismos a través del silencio. La auto-censura es una decisión personal e individual. El kirchnerismo es muy similar al neoliberalismo: delega en el sujeto la responsabilidad de auto-regular su conducta.

El neoliberalismo crea la ficción de la libertad individual y conduce a los individuos a auto-regularse a partir de la racionalidad del mercado. El kirchnerismo crea la ficción de estar construyendo un proyecto nacional y popular, pero nos conduce a ser profundamente egoístas e individualistas a través del miedo y la auto-censura. No hay nada más individualista en el kirchnerismo que el paroxismo del goce del deseo de consumo. El kirchnerismo es profundamente capitalista.

Tenemos que tener el coraje de atrevernos a pensar al kirchnerismo como una fuerza profundamente conservadora. Está más a la derecha que lo que el kirchnerismo llama “la derecha”.

Resulta paradójico que el kirchnerismo sea profundamente neoliberal, muy similar a la dictadura en su modo de funcionamiento y extremadamente reaccionario. Eso es lo verdaderamente siniestro del kirchnerismo.

El kirchnerismo expresa al mismo tiempo lo peor de la dictadura, lo peor del neoliberalismo y del capitalismo: el miedo, el individualismo, y la acumulación irreflexiva y desenfrenada.

Resulta difícil atreverse a pensar en esto porque todo lo que el kirchnerismo dice, parece alejarnos a cada paso de la dictadura y del neoliberalismo pero en realidad, nunca hemos salido de allí.

Si quieren perder el miedo y tener coraje para trascender verdaderamente a la dictadura, al neoliberalismo y la kirchnerismo, los invito a ver la película chilena “No”. Es una buena opción para un domingo gris que invita a la reflexión para pensar por nosotros mismos y apropiarnos del futuro con el pensamiento y la palabra.


  


Un fraterno abrazo de coraje y esperanza,

Leonardo


Dr. Leonardo G. Rodríguez Zoya
Politólogo – Universidad de Buenos Aires
Investigador del CONICET
leonardo.rzoya@gmail.com
@leonardorzoya
29/10/2015

PS: Te invito a compartir el documento con amigos, familiares y colegas como una contribución a la reflexión colectiva para regenerar la fraternidad ciudadana, la reflexión crítica y pensar la complejidad de nuestro futuro. Construir juntos una ética de la fraternidad y estimular un pensamiento complejo es condición de posibilidad para construir un proyecto de futuro para la Argentina.
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La estrella fugaz del kirchnerismo

La estrella fugaz del kirchnerismo


En este artículo intenté mostrar por qué el kirchnerismo es una estrategia política que funciona a partir del miedo y la auto-censura de cada uno de nosotros:

Ahora podemos ver que el kirchnerismo es un gobierno del miedo que nos gobierna con un fantasma: el fantasma del menemismo, del neoliberalismo y de la crisis de 2001. Me pregunto si el kirchnerismo no es en sí mismo un fantasma. Creemos que está allí como un Gran Hermano que protege al pueblo, como un Gran Estado que salva y cuida a la nación, y en realidad el kirchnerismo es la sombra de un espectro. El kirchnerismo funciona porque nosotros creemos que él es lo que dice ser. Sería muy extraño pensar que hemos estado viviendo diez años entre dos fantasmas: el espectro del menemismo y la ficción kirchnerista.

Después de todo, la Unión Soviética parecía un monstro de acero, implacable y omnipresente, y le llevó muy poco tiempo convertirse en polvo.

Si tenemos coraje y derrotamos al miedo. Si le dejamos de tener miedo al neoliberalismo y comenzamos a pensar el kirchnerismo como gobierno del miedo, como tecnología política que nos ha estado gobernando con el trauma del 2001. En definitiva, si tenemos coraje y comenzamos a pensar por nosotros mismos, el kirchnerismo no es más que una sombra. El kirchnerismo es una estrella fugaz cuya luz se apagó hace mucho tiempo si es que alguna vez la tuvo. El kirchnerismo es polvo. Si soplamos bien fuerte desaparece. Sólo hay que animarse a soplar.

Derrotemos al miedo. Tengamos coraje. Cambiemos.

Dr. Leonardo G. Rodríguez Zoya
Politólogo – Universidad de Buenos Aires
Investigador del CONICET
leonardo.rzoya@gmail.com
@leonardorzoya
29/10/2015

PS: Te invito a compartir el documento con amigos, familiares y colegas como una contribución a la reflexión colectiva para regenerar la fraternidad ciudadana, la reflexión crítica y pensar la complejidad de nuestro futuro. Construir juntos una ética de la fraternidad y estimular un pensamiento complejo es condición de posibilidad para construir un proyecto de futuro para la Argentina.
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sábado, 31 de octubre de 2015

El kirchnerismo como gobierno del miedo

El kirchnerismo como gobierno del miedo
La experiencia traumática de 2001, el silencio y la auto-censura


La historia del pueblo argentino está organizada en torno a experiencias traumáticas. Los núcleos traumáticos más recientes de nuestra historia son: la dictadura, el genocidio de estado, la desaparición de personas, la hiperinflación, el corralito y la crisis de 2001. Ningún argentino quiere volver a vivir estas experiencias traumáticas y nefastas.

El miedo a estas experiencias marca nuestra historia como pueblo y nuestra memoria colectiva. Hay una verdad que hoy nadie se atreve cuestionar: Néstor y Cristina, y más generalmente el kirchnerismo, han salvado a la Argentina de su experiencia reciente más traumática: el neoliberalismo y la crisis de 2001.

Tenemos que tener el coraje de poner en duda las verdades más evidentes. Néstor y Cristina no nos salvaron del 2001. Nos gobiernan con el miedo permanente de volver a él. El kirchnerismo no nos ofrece un proyecto de futuro, simplemente nos dicen que el presente es mejor que el 2001.

El kirchnerismo es una forma de gobernar al pueblo de la nación argentina basada en el miedo a retornar a la experiencia traumática del neoliberalismo y la crisis de 2001. El kirchnerismo se propone a sí mismo como un gobierno en el cual todos sus actos, sus discursos y sus políticas nos alejan del 2001. Cualquier crítica y oposición al kirchnerismo implica el miedo de retornar al trauma del pasado. El kirchnerismo se presenta a sí mismo como la única garantía para no volver al 2001. Esto se ha hecho absolutamente explícito y visible ante el escenario del ballotage en donde una nueva dicotomía se ha instalado: “kirchnerismo o neoliberalismo”.

El mayor problema de la Argentina actual de cara al ballotage no es la discusión del contenido de las políticas del kirchnerismo (que pueden ser buenas, malas o regulares, según el caso). Lo más importante es atrevernos a pensar y reflexionar al kirchnerismo como tecnología de gobierno de nuestras mentes, de nuestra subjetividad, de nuestro pensamiento a partir del miedo. Todo el edificio político del kirchnerismo está basado en el miedo a la experiencia traumática de 2001.

El kirchnerismo nos enseñó a tener miedo de un modo muy sutil e invisible pero terriblemente eficiente: jamás dice abiertamente “tengan miedo”, nunca te obliga explícitamente a callar, nunca sugiere ni te invita a guardar silencio. No impone la censura, te conduce de modo sutil e imperceptible a que te auto-censures. El gobierno del miedo kirchnersita opera a través de la auto-censura: cada uno elige callar y se dice a sí mismo: “de esto mejor no hablo”, “mejor no critico abiertamente al gobierno”, “mejor no hablo de política con mis amigos kirchneristas porque no nos vamos a entender”.

El gobierno del miedo del kirchnerismo opera de modo opuesto al miedo en la dictadura militar. En la dictadura el miedo era tangible y visible: el falcón verde, el ejército en la calle, los desaparecidos, la violencia armada, la guerra, los secuestros. La muerte como posibilidad real de la vida cotidiana. Un miedo explícito que todos podíamos ver, oler, percibir y sentir.

En el kirchnerismo el miedo es invisible, una experiencia de cada uno que no es necesario nombrar ni compartir con lo demás. El miedo se hace visible por el miedo a decir “yo tengo miedo”. La auto-censura es una forma de auto-gobernarnos a través del silencio. Elegir callar es el modo en que kirchnerismo tiene de gobernarnos con el miedo: se expresa como el miedo a hablar, a criticar, a disentir con el gobierno. Durante la última década los argentinos aprendimos a callar cuando pensamos distinto. Aprendimos a guardar silencio en el trabajo, en la universidad, en la escuela, en la familia, entre los amigos. Se impuso el lema: “mejor de esto no hablamos”. En este sentido el kirchnerismo es muy similar a la dictadura: ambos gobiernan con el miedo.

A partir del escenario del ballotage el miedo pudo ser personificado y corporizado. Los kirchneristas postulan: “Macri es Menem”, “Macri es el neoliberalismo”, “Macri va a conducir a la Argentina a la década de 1990”, “Macri va a producir un nuevo 2001”, “Cambiemos es la Alianza”, “Cambiemos va a fracasar”. Macri es el retorno de lo siniestro: el núcleo de la experiencia traumática colectiva.

Macri es la personificación de un fantasma: el fantasma del menemismo. El kirchnerismo está gobernando a la Argentina con un fantasma. Analogía perfecta de la película de terror del presente de nuestra Argentina de la cual el kirchnerismo invita a todos los ciudadanos a ser sus protagonistas pasivos. Los fantasmas no existen. El kirchnerismo nos gobierna con el miedo a un fantasma.

Observen con atención la campaña publicitaria del kirchnerismo para la segunda vuelta: está íntegramente basada en el miedo, en el miedo a Macri, en el miedo a 1990, en el miedo al neoliberalismo, en el miedo al fantasma del menemismo. Cuando tenemos miedo, no somos libres porque somos gobernados por el temor, la angustia y los traumas del pasado.

El gobierno del miedo y la campaña del miedo del kirchnerismo se expresa de dos formas: una directa que hace referencia al miedo explícito, una indirecta que plantea un miedo implícito que te invita a cuidar lo que ganamos en esta década. El slogan de la campaña dice: “En vez de cambiemos, cuidemos”. Cuidar es la forma positiva de expresar el miedo a la pérdida suscitada por el trauma de los ’90 y de 2001: “cuidá tu patria, cuídate vos, cuidá tu casa, cuidá a tu familia, cuidá el modelo, cuidá tu jubilación, cuidá los subsidios, cuidá lo conquistado”.

Parte de la campaña combina el miedo implícito y explícito. La publicidad kirchnerista dice así:
“Cuidá tu jubilación. Macri viene con la gente que ya te la sacó.
Cuidá tu soberanía. Macri quiere dólares a cualquier precio: el precio es tu patria.
Cuida tu sueño de familia. Macri votó en contra de que puedas acceder a la fertilización asistida.
Cuida tus derechos. Macri votó en contra del matrimonio igualitario y de la ley de identidad de género.
Cuidá tu justicia. Macri viene con la gente que defiende las apropiaciones de bebés de la dictadura.
Cuidá tu cena. Macri viene con la gente que te vació la olla.
Cuidá tu privacidad. Macri pincha teléfonos para saber en qué andás.
Cuidá los Arsat. Macri los considera un gasto”


Ciudadanos argentinos no tengamos miedo a los fantasmas! No tengamos miedo al miedo con que el kirchnerismo quiere gobernarnos! El fantasma del menemismo es un espectro, está más muerto que el fantasma del Maracanazo del ‘50. Ciudadanos, tengamos el coraje de no tener miedo. Cuando perdemos el miedo somos capaces de atravesar la fantasía del miedo que nos ofrece el kirchnerismo. Al atravesarla lo que descubrimos es que lo que está presente es un núcleo traumático de nuestra historia: la crisis de 2001. Ahora que lo sabemos, podemos ejercer la crítica libremente, podemos defendernos mejor para no volver a las experiencias del pasado, podemos ser plenamente libres en nuestro modo de pensar sin tener miedo a callar.

El mejor modo de combatir al neoliberalismo es perdiéndole el miedo.
Cuando nos animamos a hablar sin medio, comenzamos a ser libres.
Cuando perdemos el miedo tenemos la posibilidad de imaginar y construir el futuro que deseamos en base a nuestros sueños y no en base a las experiencias traumáticas del pasado.

Cambiemos miedo por esperanza. Cambiemos miedo por futuro. Cambiemos miedo por posibilidad de criticar y pensar por nosotros mismos sin temer a lo que nos digan los demás.

Yo elijo no tener miedo, por esto escribo esta carta y la firmo con mi nombre.

Te pido que no tengas miedo de compartir esta carta, compartirla con tus amigos, familiares y colegas. No tengas miedo a hablar, no elijas el silencio. Pensemos. Dialoguemos. Soñemos.

Conciudadanos de Argentina, los invito a no tener miedo. Si perdemos el miedo podemos ser libres y construir juntos el futuro que deseamos.

Derrotemos al miedo. Tengamos coraje. Cambiemos.



Dr. Leonardo G. Rodríguez Zoya
Politólogo – Universidad de Buenos Aires
Investigador del CONICET
@leonardorzoya
29/10/2015



PS: Te invito a compartir el documento con amigos, familiares y colegas como una contribución a la reflexión colectiva para regenerar la fraternidad ciudadana, la reflexión crítica y pensar la complejidad de nuestro futuro. Construir juntos una ética de la fraternidad y estimular un pensamiento complejo es condición de posibilidad para construir un proyecto de futuro para la Argentina.

Podes encontrar más apuntes para pensar el presente y construir el futuro sin olvidar el pasado aquí: http://argentina2100.blogspot.com.ar/


viernes, 30 de octubre de 2015

Científicos argentinos, uníos!

Científicos argentinos, uníos!
Estamos siendo gobernados por un fantasma: el menemismo


Una fantasma recorre Argentina, es el fantasma del menemismo.

Parece haber un consenso implícito entre buena parte de los intelectuales progresistas, los académicos críticos y los científicos argentinos: “si gana Macri, volvemos a lavar los platos”. Ahora la consigna es “no hay que dar un paso atrás”, “Macri es retroceder”. No hay alternativa “kirchnerismo o neoliberalismo”.

La comunidad académica y científica argentina se está organizado para defender a la patria frente al avance del neoliberalismo que la conduciría nuevamente al infierno.

Me pregunto por qué no defendimos y criticamos con la misma vehemencia y capacidad organizativa la intervención del INDEC y la destrucción de las estadísticas públicas.

Tenemos que tener el coraje de decir la verdad y ser honestos con nosotros mismos y con la sociedad: el kirchnerismo destruyó el INDEC y las estadísticas públicas. Sin INDEC y sin estadísticas públicas rigurosas y confiables no puede haber una ciencia al servicio del desarrollo de la nación ni tampoco la planificación estratégica de un proyecto de país.

El INDEC fue intervenido, las estadísticas destruidas y gran parte de los intelectuales, académicos y científicos fuimos cómplices silenciosos por temor o convicción.

Ha llegado el momento en que cada argentino tiene que comenzar a obrar bien y decir la verdad. Sólo siendo honestos podemos enfrentar los verdaderos problemas de la patria.

Agitar las banderas del fantasma del menemismo es gobernar con el miedo.

Macri es el nuevo “cuco” que infunde temor y preocupación porque va a poner de rodillas al pueblo argentino. Buscamos evidencia y confirmamos nuestras creencias fácilmente. Leamos el título de esta nota: “Chicos de orquestas infantiles protestaron contra Mauricio Macri”.

Veamos el lado negativo: Macri redujo el presupuesto de las Orquestas Infantiles.
Veamos el lado positivo: los chicos reclamaron libremente por sus derechos.

Mientras que los chicos realizaron un concierto público en señal de protesta; los científicos, intelectuales, académicos y docentes no hicimos sonar ni un cascabel por la intervención del INDEC y la destrucción de las estadísticas.

Parece que los chicos con sus instrumentos tienen mucho que enseñarnos a los científicos y al gran pueblo de la nación argentina.

¿Quiénes son más libres y democráticos, los chicos que protestan contra Macri, o los intelectuales y científicos que no protestamos contra la intervención del INDEC por temor a represalias del gobierno, de la institución o de nuestros propios colegas?

¿Significa lo precedente defender ciegamente a Macri? Por supuesto que no. Pero parecería que Macri y los chicos tienen algo que aportar a nuestra democracia.



Dr. Leonardo G. Rodríguez Zoya
Politólogo – Universidad de Buenos Aires
Investigador del CONICET
@leonardorzoya
30/10/2015



Para leer y pensar:
 “Carta abierta al kirchnerismo: un llamado al a fraternidad cívica”

¿Por qué es falsa la dicotomía “kirchnerismo” o “neoliberalismo”?

“Cambiar nuestro pensamiento para construir el futuro”


PS: Te invito a compartir el documento con amigos, familiares y colegas como una contribución a la reflexión colectiva para regenerar la fraternidad ciudadana, la reflexión crítica y pensar la complejidad de nuestro futuro. Construir juntos una ética de la fraternidad y estimular un pensamiento complejo es condición de posibilidad para construir un proyecto de futuro para la Argentina.

Podes encontrar más apuntes para pensar el presente y construir el futuro sin olvidar el pasado aquí: http://argentina2100.blogspot.com.ar/



Cambiar nuestro pensamiento para construir el futuro

Cambiar nuestro pensamiento para construir el futuro
Cartografía del pensamiento kirchnerista. La geometría fractal de la política.


¿Cómo piensan los kirchneristas? ¿Cuál es la estructura que gobierna su modo de razonar y pensar? ¿Cómo intentar construir un diálogo con los amigos kirchneristas? Intentemos pensar estas preguntas con ayuda de la geometría.

En la escuela nos enseñaron las figuras geométricas: el cuadrado, el círculo, el triángulo, etc. Esta es la geometría clásica o euclidiana. En la Naturaleza no hay ni cuadrados, ni círculos, ni triángulos. La Naturaleza es irregular, tiene pliegues, dobleces, formas rebuscadas que no encajan en las figuras geométricas que conocemos. Para poder describir la complejidad de las formas de la Naturaleza hubo que inventar una nueva geometría: la geometría fractal, creada por el matemático francés de origen polaco Benoît Mandelbrot.

¿Por qué los fractales pueden ayudarnos a pensar el presente y el futuro de la política y de Argentina? La analogía podría plantearse en estos términos: necesitamos fractalizar nuestro pensamiento para intentar pensar la complejidad de nuestra realidad más allá de dicotomías simplificadoras. ¿Qué quiere decir esto? Intentemos reflexionarlo.

El pensamiento kirchnerista razona a través de figuras geométricas simples: ve cuadrados, círculos y triángulos en donde hay pliegues, mesetas, irregularidades. Para continuar con la metáfora visual podemos pensar al pensamiento kirchnerista como un “tablero de ajedrez”. Cómo un tablero solamente, no como un “juego de ajedrez”, con todas sus piezas, sus reglas, su enorme complejidad y su magnífica incertidumbre.

El pensamiento kirchnerista nos propone pensar la realidad como un conjunto de cuadrados negros y blancos, no hay otra alternativa. No hay colores, ni siquiera grises. Cada evento, cada suceso de nuestro pasado, de nuestro presente y de nuestro futuro tiene que ser clasificado en uno y tan sólo en un “casillero”. Este modo de pensar supone todo un lenguaje, un vocabulario, con un conjunto de conceptos kirchneristas para ordenar la realidad. Este diccionario kirchnerista se construye siempre a partir de dicotomías polares e irreconciliables: el campo/el pueblo; los buitres/la patria; kirchnerismo/neoliberalismo; los medios hegemónicos/los medios al servicio del pueblo; partido judicial/democratización de la justicia. El lector bienintencionado podrá leer los diarios y escuchar el discurso para armar la Wikipedia del lenguaje kirchnerista. No es tan difícil, su estructura es bien simple: una cadena de dicotomías, una colección de cuadrados blancos y negros.

No son sólo dicotomías las que construye el kirchnerismo para gobernar a la Argentina. Implica también una ética, una moral, una forma de valorar cada uno de los términos. El polo defendido por el kirchnerismo expresa siempre la verdad y lo mejor para el pueblo, el otro es la encarnación del demonio y la opresión de la nación. Por esta razón, el kirchnerismo no puede ser criticado: mucho menos por los propios kirchneristas, porque hacerlo es cuestionar la verdad que ordena nuestra vida y toda crítica es un paso más hacia el infierno.

Nuestro pensamiento y nuestra vida están atrapados en la cárcel del lenguaje que el kirchnerismo ha esculpido con maestría y empeño. Las dicotomías gobiernan nuestro pensamiento y nuestro corazón; nuestro presente y nuestro futuro. No hay forma de salir. No hay una alternativa para escapar a las dicotomías: cualquier tercera vía ha sido excluida como posibilidad. ¿Cómo liberarnos de esta situación estéril y traumática? ¿Cómo aprender a pensar de otro modo?

Todo ejercicio de crítica lúcida al kirchnerismo implica fractalizar nuestro pensamiento, comenzar a ver pliegues donde había cuadrados, detectar irregularidades y dobleces donde sólo parecía haber triángulos y círculos, comenzar a ver colores dónde sólo existían el blanco y el negro. Se trata de asumir el desafío de pensar de otro modo para imaginar alternativas que no habíamos contemplado ni imaginado. Fractalizar nuestro pensamiento es abrirnos a la complejidad de la vida, de la democracia, de los conflictos: es la libertad de pensar el porvenir más allá de la dicotomía “el presente kirchnerista o el neoliberalismo menemista”.

Una geometría fractal de la política nos ayuda a poner en cuestión las dicotomías que el kirchnerismo nos propone como grilla de inteligibilidad de la realidad. Cuestionar las dicotomías que estructuran el pensamiento kirchnerista no implica negar el conflicto y las contradicciones que atraviesan a nuestra sociedad. Las contradicciones existen y son bien reales (la pobreza, el modelo de acumulación, la distribución del ingreso, etc.). Implica un enorme desafío democrático: implica abandonar el pensamiento kirchnerista y sus dicotomías como modo de resolver los conflictos y enfrentar las contradicciones de la sociedad.

Hay que salvar al kirchnerismo de sí mismo, invitándolo a deskirchnerisar su modo de pensar y fractalizar su pensamiento, es decir, invitándolo a la auto-reflexión y la auto-crítica, al diálogo y la comunión. Abandonar el kirchnerismo como modo de pensar no significa renunciar a la dimensión popular de la política que el kirchnerismo ha rescatado. Significa asumir la lucha por la libertad, la igualdad y la fraternidad en un plano de mayor libertad, igualdad y fraternidad.

Que el kirchnerismo nos proponga ver la realidad como un tablero de ajedrez, pobremente simplificado y tristemente bicolor, no quiere decir que Néstor y los colegas de Carta Abierta no supieran jugar al ajedrez. Allí está la astucia del político que Maquiavelo le aconsejaba al Príncipe: ofrecernos un tablero sin piezas con las que jugar. O, mejor aún, un tablero y un juego con unas reglas simplificadas y empobrecidas. En el kirchnerismo la vida es un juego de ajedrez donde sólo la reina blanca puede guiar a los peones de su color a la verdadera libertad. Los peones negros son los ciudadanos que todavía no han comprendido la verdad que la reina blanca predica; la reina y el rey negro, los alfiles, torres y caballos son “las corporaciones funcionales a la derecha”. Las piezas negras son siempre el polo negativo de la dicotomía que va a conducir a la nación a la opresión y la servidumbre.

El kirchnerismo es un artista que sólo tiene un color para pintar: el negro frente al lienzo blanco. El kirchnerismo pinta una vida pública empobrecida, una democracia simplificada y un pensamiento maniqueo. En este juego triste y brutal las piezas negras son los adversarios a derrotar, los enemigos a vencer. La victoria sólo existe como anulación del otro. Por eso el kirchnerismo es incapaz de reflexionar un resultado electoral adverso y pensarse como oposición inteligente.

Avancemos una última reflexión cromática. Analicemos los logos del “Frente para la Victoria” y de “Cambiemos”. El kirchnerismo nos ofrece un logo bicolor: celeste y blanco como la patria. Parece representarnos a todos, a la nación y al pueblo: he allí la grandeza de su épica, la importancia de su gesta y la claridad de su prédica. Sin embargo, su pensamiento es bicolor y su sinfonía monocorde. Su logo impreso en blanco y negro expresa mejor su identidad y su modo de pensamiento. Cambiemos ofrece en su logo la frescura y polifonía de una pluralidad de colores: una sinfonía de varios instrumentos.

Encarna una promesa y una esperanza de fractalización del pensamiento político: la posibilidad de emplear la palabra, el diálogo y el pensamiento para discrepar sobre las formas agrietadas, las irregularidades, contradicciones y conflictos de la vida social, política y económica de Argentina, sin renunciar a la comprensión, la tolerancia y la fraternidad. Lograr enfrentar y resolver los conflictos no será sólo responsabilidad de Cambiemos. La Argentina necesitamos una dirigencia política, una oposición, una ciudadanía que aprenda tocar música para componer juntos la partitura de la democracia. El kirchnerismo tiene que aprender a tocar en una banda de jazz y adaptarse al juego respetuoso de los instrumentos. El kirchnerismo como solista desafinado forma parte del pasado.  

El futuro no está escrito. Cambiemos no puede interpretar jamás la quinta sinfonía del menemismo. La partitura se escribe a medida que la música suena. Nosotros, los ciudadanos, somos un artista más. Cambiemos es la promesa de una esperanza en la que todos podamos ser músicos y compositores de la sinfonía de nuestra historia. Asumamos el desafío.

Concluyamos diciendo, los fractales son un intento de pensar la complejidad de la Naturaleza, la cual no se deja atrapar en figuras geométricas simples. Fractalicemos nuestro pensamiento para apropiarnos del futuro a través del pensamiento y de la palabra.

El kirchnerismo no nos ha enseñado a pensar, ni a dialogar, ni a escuchar, ni a tolerar ni a comprender. Ahora compete a los ciudadanos de nuestra patria tener el coraje para servirnos de nuestro propio pensamiento para aprender a pensar. Ahora es responsabilidad del pueblo argentino, poner las piezas en el tablero de ajedrez y aprender a jugar todos juntos. Será una partida titánica e interminable donde nunca habrá jaque mate, donde no habrá vencedores ni vencidos. Será un diálogo incansable e infinito. Una aventura incierta hacia el provenir. Es la oportunidad de construir la partitura de nuestra historia.



Dr. Leonardo G. Rodríguez Zoya
Politólogo – Universidad de Buenos Aires
Investigador del CONICET
@leonardorzoya
29/10/2015




PS: Te invito a compartir el documento con amigos, familiares y colegas como una contribución a la reflexión colectiva para regenerar la fraternidad ciudadana, la reflexión crítica y pensar la complejidad de nuestro futuro. Construir juntos una ética de la fraternidad y estimular un pensamiento complejo es condición de posibilidad para construir un proyecto de futuro para la Argentina.

Podes encontrar más apuntes para pensar el presente y construir el futuro sin olvidar el pasado aquí: http://argentina2100.blogspot.com.ar/