Cambiar nuestro
pensamiento para construir el futuro
Cartografía del pensamiento
kirchnerista. La geometría fractal de la política.
¿Cómo piensan los kirchneristas?
¿Cuál es la estructura que gobierna su modo de razonar y pensar? ¿Cómo intentar
construir un diálogo con los amigos kirchneristas? Intentemos pensar estas
preguntas con ayuda de la geometría.
En la escuela nos enseñaron las
figuras geométricas: el cuadrado, el círculo, el triángulo, etc. Esta es la
geometría clásica o euclidiana. En la Naturaleza no hay ni cuadrados, ni círculos,
ni triángulos. La Naturaleza es irregular, tiene pliegues, dobleces, formas
rebuscadas que no encajan en las figuras geométricas que conocemos. Para poder
describir la complejidad de las formas de la Naturaleza hubo que inventar una
nueva geometría: la geometría fractal, creada por el matemático francés de
origen polaco Benoît Mandelbrot.
¿Por qué los fractales pueden
ayudarnos a pensar el presente y el futuro de la política y de Argentina? La
analogía podría plantearse en estos términos: necesitamos fractalizar nuestro
pensamiento para intentar pensar la complejidad de nuestra realidad más allá de
dicotomías simplificadoras. ¿Qué quiere decir esto? Intentemos reflexionarlo.
El pensamiento kirchnerista
razona a través de figuras geométricas simples: ve cuadrados, círculos y triángulos
en donde hay pliegues, mesetas, irregularidades. Para continuar con la metáfora
visual podemos pensar al pensamiento kirchnerista como un “tablero de ajedrez”.
Cómo un tablero solamente, no como un “juego de ajedrez”, con todas sus piezas,
sus reglas, su enorme complejidad y su magnífica incertidumbre.
El pensamiento kirchnerista nos
propone pensar la realidad como un conjunto de cuadrados negros y blancos, no
hay otra alternativa. No hay colores, ni siquiera grises. Cada evento, cada
suceso de nuestro pasado, de nuestro presente y de nuestro futuro tiene que ser
clasificado en uno y tan sólo en un “casillero”. Este modo de pensar supone
todo un lenguaje, un vocabulario, con un conjunto de conceptos kirchneristas
para ordenar la realidad. Este diccionario kirchnerista se construye siempre a
partir de dicotomías polares e irreconciliables: el campo/el pueblo; los
buitres/la patria; kirchnerismo/neoliberalismo; los medios hegemónicos/los
medios al servicio del pueblo; partido judicial/democratización de la justicia.
El lector bienintencionado podrá leer los diarios y escuchar el discurso para
armar la Wikipedia del lenguaje kirchnerista. No es tan difícil, su estructura
es bien simple: una cadena de dicotomías, una colección de cuadrados blancos y
negros.
No son sólo dicotomías las que
construye el kirchnerismo para gobernar a la Argentina. Implica también una ética,
una moral, una forma de valorar cada uno de los términos. El polo defendido por
el kirchnerismo expresa siempre la verdad y lo mejor para el pueblo, el otro es
la encarnación del demonio y la opresión de la nación. Por esta razón, el
kirchnerismo no puede ser criticado: mucho menos por los propios kirchneristas,
porque hacerlo es cuestionar la verdad que ordena nuestra vida y toda crítica
es un paso más hacia el infierno.
Nuestro pensamiento y nuestra
vida están atrapados en la cárcel del lenguaje que el kirchnerismo ha esculpido
con maestría y empeño. Las dicotomías gobiernan nuestro pensamiento y nuestro
corazón; nuestro presente y nuestro futuro. No hay forma de salir. No hay una
alternativa para escapar a las dicotomías: cualquier tercera vía ha sido
excluida como posibilidad. ¿Cómo liberarnos de esta situación estéril y traumática?
¿Cómo aprender a pensar de otro modo?
Todo ejercicio de crítica lúcida
al kirchnerismo implica fractalizar nuestro pensamiento, comenzar a ver
pliegues donde había cuadrados, detectar irregularidades y dobleces donde sólo
parecía haber triángulos y círculos, comenzar a ver colores dónde sólo existían
el blanco y el negro. Se trata de asumir el desafío de pensar de otro modo para
imaginar alternativas que no habíamos contemplado ni imaginado. Fractalizar
nuestro pensamiento es abrirnos a la complejidad de la vida, de la democracia,
de los conflictos: es la libertad de pensar el porvenir más allá de la dicotomía
“el presente kirchnerista o el neoliberalismo menemista”.
Una geometría fractal de la política
nos ayuda a poner en cuestión las dicotomías que el kirchnerismo nos propone
como grilla de inteligibilidad de la realidad. Cuestionar las dicotomías que
estructuran el pensamiento kirchnerista no implica negar el conflicto y las
contradicciones que atraviesan a nuestra sociedad. Las contradicciones existen
y son bien reales (la pobreza, el modelo de acumulación, la distribución del
ingreso, etc.). Implica un enorme desafío democrático: implica abandonar el
pensamiento kirchnerista y sus dicotomías como modo de resolver los conflictos
y enfrentar las contradicciones de la sociedad.
Hay que salvar al kirchnerismo de
sí mismo, invitándolo a deskirchnerisar su modo de pensar y fractalizar su
pensamiento, es decir, invitándolo a la auto-reflexión y la auto-crítica, al diálogo
y la comunión. Abandonar el kirchnerismo como modo de pensar no significa
renunciar a la dimensión popular de la política que el kirchnerismo ha
rescatado. Significa asumir la lucha por la libertad, la igualdad y la
fraternidad en un plano de mayor libertad, igualdad y fraternidad.
Que el kirchnerismo nos proponga
ver la realidad como un tablero de ajedrez, pobremente simplificado y
tristemente bicolor, no quiere decir que Néstor y los colegas de Carta Abierta
no supieran jugar al ajedrez. Allí está la astucia del político que Maquiavelo
le aconsejaba al Príncipe: ofrecernos un tablero sin piezas con las que jugar.
O, mejor aún, un tablero y un juego con unas reglas simplificadas y
empobrecidas. En el kirchnerismo la vida es un juego de ajedrez donde sólo la
reina blanca puede guiar a los peones de su color a la verdadera libertad. Los peones
negros son los ciudadanos que todavía no han comprendido la verdad que la reina
blanca predica; la reina y el rey negro, los alfiles, torres y caballos son “las
corporaciones funcionales a la derecha”. Las piezas negras son siempre el polo
negativo de la dicotomía que va a conducir a la nación a la opresión y la
servidumbre.
El kirchnerismo es un artista que
sólo tiene un color para pintar: el negro frente al lienzo blanco. El
kirchnerismo pinta una vida pública empobrecida, una democracia simplificada y
un pensamiento maniqueo. En este juego triste y brutal las piezas negras son los
adversarios a derrotar, los enemigos a vencer. La victoria sólo existe como
anulación del otro. Por eso el kirchnerismo es incapaz de reflexionar un
resultado electoral adverso y pensarse como oposición inteligente.
Avancemos una última reflexión
cromática. Analicemos los logos del “Frente para la Victoria” y de “Cambiemos”.
El kirchnerismo nos ofrece un logo bicolor: celeste y blanco como la patria. Parece
representarnos a todos, a la nación y al pueblo: he allí la grandeza de su épica,
la importancia de su gesta y la claridad de su prédica. Sin embargo, su
pensamiento es bicolor y su sinfonía monocorde. Su logo impreso en blanco y
negro expresa mejor su identidad y su modo de pensamiento. Cambiemos ofrece en
su logo la frescura y polifonía de una pluralidad de colores: una sinfonía de
varios instrumentos.
Encarna una promesa y una
esperanza de fractalización del pensamiento político: la posibilidad de emplear
la palabra, el diálogo y el pensamiento para discrepar sobre las formas
agrietadas, las irregularidades, contradicciones y conflictos de la vida social,
política y económica de Argentina, sin renunciar a la comprensión, la
tolerancia y la fraternidad. Lograr enfrentar y resolver los conflictos no será
sólo responsabilidad de Cambiemos. La Argentina necesitamos una dirigencia política,
una oposición, una ciudadanía que aprenda tocar música para componer juntos la
partitura de la democracia. El kirchnerismo tiene que aprender a tocar en una
banda de jazz y adaptarse al juego respetuoso de los instrumentos. El
kirchnerismo como solista desafinado forma parte del pasado.
El futuro no está escrito. Cambiemos
no puede interpretar jamás la quinta sinfonía del menemismo. La partitura se
escribe a medida que la música suena. Nosotros, los ciudadanos, somos un
artista más. Cambiemos es la promesa de una esperanza en la que todos podamos
ser músicos y compositores de la sinfonía de nuestra historia. Asumamos el
desafío.
Concluyamos diciendo, los
fractales son un intento de pensar la complejidad de la Naturaleza, la cual no
se deja atrapar en figuras geométricas simples. Fractalicemos nuestro
pensamiento para apropiarnos del futuro a través del pensamiento y de la
palabra.
El kirchnerismo no nos ha
enseñado a pensar, ni a dialogar, ni a escuchar, ni a tolerar ni a comprender. Ahora
compete a los ciudadanos de nuestra patria tener el coraje para servirnos de
nuestro propio pensamiento para aprender a pensar. Ahora es responsabilidad del
pueblo argentino, poner las piezas en el tablero de ajedrez y aprender a jugar
todos juntos. Será una partida titánica e interminable donde nunca habrá jaque
mate, donde no habrá vencedores ni vencidos. Será un diálogo incansable e infinito.
Una aventura incierta hacia el provenir. Es la oportunidad de construir la
partitura de nuestra historia.
Dr. Leonardo G. Rodríguez Zoya
Politólogo –
Universidad de Buenos Aires
Investigador
del CONICET
@leonardorzoya
29/10/2015
PS: Te invito a compartir el
documento con amigos, familiares y colegas como una contribución a la reflexión
colectiva para regenerar la fraternidad ciudadana, la reflexión crítica y
pensar la complejidad de nuestro futuro. Construir juntos una ética de la
fraternidad y estimular un pensamiento complejo es condición de posibilidad
para construir un proyecto de futuro para la Argentina.
Podes encontrar más apuntes para
pensar el presente y construir el futuro sin olvidar el pasado aquí: http://argentina2100.blogspot.com.ar/
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